lunes, 28 de diciembre de 2009

La silla de tortura




Fue usada en Centro Europa hasta 1846. El torturado era sentado en ella desnudo y amarrado por correas que lo apretaban lentamente, de modo que los pinchos le penetraran en la carne.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Las jaulas colgantes




Hasta el fin del siglo XVIII, en los paisajes urbanos y suburbanos de Europa abundaban las jaulas de hierro y de madera adosadas al exterior de los edificios municipales, palacios ducales, palacios de justicia, a las catedrales y a las murallas de las ciudades, también colgando extramuros de altos postes cerca de los cruces de caminos; frecuentemente había varias jaulas en hilera. Gran cantidad de ejemplos subsisten hoy en día (por ejemplo en el palacio ducal de Mantua, en el ábside de la catedral de Münster en Alemania).
Las víctimas, desnudas o casi desnudas, eran encerradas dentro y colgadas. Sucumbían de hambre y sed, por el mal tiempo y el frío en invierno, por el calor y las quemaduras solares en verano; a menudo habían sido torturadas y mutiladas para mayor escarmiento. Los cadáveres en putrefacción generalmente se dejaban in situ hasta el desprendimiento de los huesos.

lunes, 14 de diciembre de 2009

La guillotina


Aunque asociada indeleblemente en la literatura, el cine, la televisión y la tradición cultural europea generalmente con la Revolución Francesa, 1789-93, y con la pena de muerte en Francia, la máquina que decapita por medio de una cuchilla que cae entre dos columnas acanaladas es en realidad mucho más antigua. Versiones pequeñas y primitivas se usaban para la ejecución de nobles, ya en el siglo XIV, en Escocia.
Fue el médico francés Joseph- Ignace Guillotin, nacido en Saintes en 1738 y elegido a la Asamblea Nacional en 1789, el primero en promover una ley que exigía que todas las ejecuciones, incluso las de presos comunes y plebeyos, se realizaran por medio de "una máquina que decapita de forma indolora". Una "muerte fácil" - por decirlo así - ya no era prerrogativa de nobles. Después de una serie de experimentos sobre cadáveres tomados de un hospital público, la primera de estas máquinas, en esencia idéntica a la que aquí se muestra, se colocó en la Place de Gréve de París el 4 de abril de 1792 y la primera ejecución en la persona de un plebeyo asaltante de diligencias tuvo lugar el 25 del mismo mes. Pronto este ingenio iba a convertirse en el símbolo de los años 1792 - 94.
En seguida la ciencia descubrió un hecho nuevo y sorprendente (confirmado después por la neurofisiología moderna): una cabeza cortada, ya sea por hacha o guillotina, sabe que es una cabeza decapitada mientras rueda por el suelo o cae en la cesta - la conciencia sobrevive el tiempo suficiente para tal percepción. Después de la ejecución de Luis XVI y María Antonieta el 21 de enero 1793, la "máquina" llamada sólo así hasta ambos sucesos, se llamó también "la Loulsette" o "le Loulson"; sólo después de 1800 se extendió el término "guillotina". Como tal permaneció en uso en muchos países incluidos los Estados Pontificios y los Reinos de Piamonte y Nápoles borbónico hasta 1860; fue usada en Francia hasta la abolición de la pena de muerte bajo Mitterrand en 1981. Joseph-lgnace Guillotin murió pacíficamente en 1821, a la edad de ochenta y tres años.

El cinturon de castidad




Un imperecedero mito popular, aunque recogido en publicaciones académicas, mitifica el uso de este aparato. La opinión tradicional es que el cinturón de castidad se usaba para garantizar la fidelidad de las esposas durante largas ausencias de los maridos, y sobre todo - nadie sabe porqué, ya que no hay evidencias documentales que den soporte a tal idea - de las mujeres de los cruzados que partían a Tierra Santa.
Quizás alguna vez, aunque no como utilización normal, la "fidelidad" era de este modo "asegurada" durante períodos breves, unas horas o un par de días - nunca por tiempo más dilatado. Una mujer ceñida de esta manera perdería en breve la vida a causa da las infecciones ocasionadas por acumulaciones tóxicas no retiradas, por no mencionar las abrasiones y laceraciones provocadas por el mero contacto con el hierro; por último, considerar también la posibilidad de embarazo ya en acto.
En realidad, el uso principal del cinturón era muy diferente: el de construir una barrera contra la violación, una barrera frágil pero suficiente en determinadas condiciones: en épocas de acuartelamiento de soldados en la ciudades, durante estancias nocturnas en posadas, durante los viajes. Sabemos por muchos testimonios que las mujeres se colocaban el cinturón por iniciativa propia, hecho que algunas ancianas sicilianas y españolas a recuerdan en nuestros días. Así llega a Plantearse la cuestión: ¿ el cinturón es o no instrumento de tortura? La respuesta ha de ser un inequívoco, puesto que esta humillación, este ultraje al cuerpo y al espíritu, es impuesto por el terror del macho por el temor de sufrir a causa de la agresividad masculina.